”Imbécil ”, Jenni Rivera, cantante mexicana, en su disco Parrandera, Rebelde y Atrevida, de 2005.
Recuerdo muy bien que mi padre no era un hombre de usar palabrotas vulgares. Vendedor nato, exfutbolista del Santa Fé de Bogotá y amante de leer el periódico y biografías, recorrió Colombia vendiendo desde relojes hasta pinturas, desde muñecas hasta martillos. Lo que sí recuerdo nítidamente era que su insulto favorito era ”imbécil”. Se lo aplicaba tanto a políticos, taxistas, y vendedores de humo como a jugadores de fútbol cuando los veía sin ganas ni actitud. Tendría yo unos 12 años, en la ardiente Barranquilla, cuando me explicó el significado del término.
Me dijo que un imbécil era alguien sin autoridad y sin fuerza, que la palabra venía del latín imbecillis que significaba ‘pusilánime’, ‘sin fuerza’. La palabra estaba relacionada con la idea de alguien físicamente débil o que usaba un apoyo, como un bastón –báculo-, para caminar. Según la RAE, los sinónimos de imbécil son tonto, estúpido, cretino, idiota, bobo, necio, mentecato, merluzo, dundo, menso. No es insulto, es descripción.
Y aquí estoy hoy en un hotel mítico en Culiacán, capital de Sinaloa, el San Marcos, inmortalizado por Pérez-Reverte en su novela La Reina del Sur, donde se desayuna escuchando desde Maná hasta los Tigres del Norte. Ahora que escribo, -dicen las noticias que hay otro Culiacanazo- atraviesa el restaurante la insoportable para mí voz de Jenni Rivera. Escucho sin poder evitarlo la canción que lleva exactamente ese título, ‘Imbécil’. Es una canción con una poderosa declaración de independencia. Una letra directa, que bordea el insulto. No me gusta su música, pero su letra me sirve. Y se desencadena la idea de este Finisterre, con ganas de dedicarle la canción a una que otra figura de esas que nos atormentan.
”Imbécil, te voy a dar tu boleto de segunda y sin regreso porque quiero que te largues” Jenni Rivera.
El primer verso se lo podria dedicar de todo corazón a Maduro en Venezuela, que ha convertido su debilidad democrática en una dictadura atroz. Imbecillis. Haría también una versión en vallenato para Gustavo Petro, que llegó con un gran aval de la sociedad y no supo entender qué necesitaba el país. Tiene el bastón de mando, su báculo, y no lo ha sabido usar. Imbecillis.
Y haría una versión corta para Ortega, y le repetiría solo una estrofa, la del segundo verso, ”Imbécil, eres el peor compañero, tan falso cual traicionero, será por falta de madre…” Para Ortega que traicionó a todos sus amigos, sus funcionarios, sus ideales de revolucionario hasta convertirse en el patético muñeco nocturno que obedece a la oscura Rosario Murillo, su esposa y verdadera dueña del país. Ella usa el báculo para golpear y matar, con especial dedicación a los católicos. Imbecillis.
Y tomaría otro pedacito, ”Imbécil tienes tan poca verguenza que igual que Judas me besas cada vez que te conviene, basura” y se la dedicaría con cariño a Xiomara en Honduras, que cual Judas, traicionó al país al mentirle descaradamente sobre los lazos de su familia con el narcotráfico, mientras su cuñado negociaba con los peores narcotraficantes del país y recibía dinero sucio para las campañas políticas de su marido Mel Zelaya y el partido Libre, según denunció Insight Crime. Imbecillis.
¿Y por qué razón en esta columna publicada un medio de economía, meto de lleno la política?, me preguntan. Y es que los políticos –los políticos imbéciles- tienen esa capacidad para destruir la economía. Lo hicieron Néstor, Cristina Kirchner y Alberto Fernández en Argentina. Lo lograron los hermanos Castro en Cuba, lo está haciendo Arce en Bolivia. Y López Obrador en México deja una economía aparentemente estable y un clima de incertidumbre al final de su mandato con un tufillo a dictablanda en el ambiente. Me decía un empresario en México que el daño que hizo López Obrador a las instituciones lo estarán pagando los próximos 30 años.
”Pero te falta cerebro y algo mucho más que eso para ponerte a mi altura” desgrana Jenni, pensando en sus amores fallidos. Yo la escucho y pienso en los párrafo anterior.
Pero no todo es lamento. La otra cara de la moneda, son los políticos de izquierda o socialistas de España, Brasil y Chile que no se pierden en tonterías –podríamos decir en imbecilidades- y llevan con pragmatismo sus economías. España crecerá en 2024 entre un 2 % y un 2.4 % superando a Francia y Alemania, Brasil crecerá al 2.5% y Chile entre un 2 % y un 3 %. Y hay una cierta estabilidad política. Relativa. Pero nunca el desmadre, desconcierto e incertidumbre que reina en los paises gobernados por Imbecillis. No es un insulto, es una descripción.
Para terminar, otro verso de la controversial canción, pues todos los imbéciles, son iguales. Jenni lo cantaba para sacarse de encima esos hombres y esos amores tóxicos y destructores. Como el falso amor, las falsas promesas, los engaños, las traiciones, de los imbéciles de turno.
”Creciste como perro callejero, pero de ellos aprendiste solamente sus aullidos, porque ellos jamas le muerden la mano a quien les avienta un taco y tú eres un mal nacido” Jenni Rivera.