Latinoamérica expulsa su talento a países más ricos, pero el salario no es lo único que pesa

La causa por la cual las personas emigran desde América Latina es la falta de oportunidades. Los expertos consultados aseguran que la migración debería ser una elección y no una obligación, para lo cual se necesitan oportunidades y políticas que hagan atractiva la permanencia en la región
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La fuga de cerebros se acelera en la región y Centroamérica, el Caribe y países como Venezuela están sufriendo por la falta de talento, lo que podría tener repercusiones en la competitividad de sectores como la producción de alimentos y la agroindustria.

Otros, como Brasil y México, sufren por cubrir vacantes de alto nivel en campos como la investigación, alertó a Bloomberg Línea la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El organismo destaca que en la región el caso de países como Guatemala -que “nunca ha sido un destino de la migración”-, en donde empleadores del sector privado manifestaron en una reciente reunión con la OIT que están experimentando dificultades para cubrir vacantes.

“Por primera vez, los empleadores guatemaltecos nos dicen que hay una escasez de fuerza de trabajo, de competencias guatemaltecas en sectores desde la agricultura, agroindustria y producción de alimentos hasta los conductores de vehículos pesados como los camiones, porque se van a trabajar a otros países”, dijo a Bloomberg Línea el especialista regional en Migración Laboral y Movilidad Humana de la OIT para América Latina y el Caribe, Francesco Carella.

En Guatemala no están logrando compensar el flujo migratorio de trabajadores hacia Estados Unidos, con lo que la fuga de cerebros también “es un síntoma de una falta de coherencia entre las políticas de migración de los países y las políticas de empleo, las dos no se hablan”. Uno de los desafíos sigue siendo rastrear esta fuga de talento, en la medida en la que no hay suficientes datos cuantitativos, pues incluso los investigadores migran de sus países con contratos o becas más atractivas.

Otro ejemplo es Costa Rica. La organización Estado de las Capacidades en Ciencia, Tecnología e Innovación (HIPATIA) ha definido la fuga de cerebros de su sector como una ‘diáspora científica’, identificando 765 profesionales capacitados que están fuera del país y señalando que el número puede ser mayor. De estos, el 41% no tiene planes de regresar; el 80% de los que no planea regresar ya tiene empleo en el extranjero y el 91% no tiene ningún vínculo con el ecosistema científico o tecnológico de su país natal.

Incluso, los incentivos a la fuga de talentos también están incrementando. A inicios de abril de 2024, el presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ofreció 5.000 pasaportes gratuitos a extranjeros cualificados que quisieran ir a trabajar al país centroamericano, en especial a aquellos vinculados a sectores “científicos, ingenieros, médicos, artistas y filósofos”, dijo.

Esta es la disyuntiva: de un lado existe una migración forzada de trabajadores que no están encontrando oportunidades para desarrollar sus carreras en su propio país, y del otro, hay un grupo de profesionales que sí tienen la opción de hacerlo, pero que no necesariamente regresan. Venezuela, por la crisis económica y social que experimenta, y el Caribe, por sus lazos lingüísticos con mercados anglófonos, presentan una fuga de talento altamente calificado, sobre todo en sectores como la salud, especialmente de médicos y enfermeros.

En el Caribe, se estima que en algunos países más del 50% de las personas que completan la educación terciaria migra, de acuerdo a cifras de la Organización de los Estados Americanos (OEA). En países como Haití, estancado en el bajo crecimiento y la pobreza, la migración es la única opción para muchos ciudadanos, incluyendo el talento calificado, y se calcula que al menos 2 millones de haitianos viven en el exterior.

En el caso venezolano, la situación es crítica por cuenta de la diáspora generada por la crisis económica y social, que expulsó a más de 7,7 millones de ciudadanos, de los cuales 6,5 millones están en América Latina y el Caribe, según datos la Organización Internacional para las Migraciones (OIM). De la totalidad de migrantes venezolanos, al menos 2,8 millones están en Colombia y la mayoría en edad productiva. Un 19,8% de los venezolanos en el país cuenta con educación superior o formación técnica, aunque solo el 18,3% de las personas profesionales ejerce su profesión, principalmente porque no han convalidado su título (un 61,6%).